miércoles, 15 de febrero de 2017

Bernard Buffet I: célebre

Este invierno se ha producido una situación atípica en la vida cultural parisina y es la coincidencia en el objeto de dos exposiciones simultáneas. Esta situación sí que se vive en España y de una forma vergonzosa pero aquí no lo había visto nunca. El pintor homenajeado en ambas exposiciones es Bernard Buffet, uno de los más importantes y prolíficos pintores franceses del siglo XX. La primera de ellas tiene lugar en el Museo de Arte Moderno de la Villa de París y, para definirla, podríamos usar una expresión del mundo de la moda: el museo ha echado mano de su fondo de armario. La mayoría de las obras expuestas forman parte de la colección permanente del centro, fundamentalmente el legado de Girardin de 1953 y la donación Ida y Maurice Garnier de 2012. El título de la exposición es Retrospectiva pero, en realidad, se concentra en tres períodos concretos de la trayectoria artística del pintor: su temprano éxito con sólo 19 años tras el final de la II Guerra Mundial, sus grandes exposiciones de los años 60 y las series realizadas en los años 80. La producción de Buffet es tan enorme (más de 8.000 pinturas e incontables dibujos, grabados, acuarelas...) que está claro que es imposible abarcarla toda pero esta muestra está tan desequilibrada que ni el nombre ni la presentación corresponden con lo que vemos.

 Autorretrato. Entre Durero y El Greco, Buffet crea su propia imagen

La segunda exposición de Buffet tiene lugar en el Museo de Montmartre y se llama Bernard Buffet íntimamente y de ella hablaré en unos días. Ambas muestras han provocado que las galerías de arte de la ciudad se hayan llenado de obras del pintor a la espera de una mayor demanda de sus cuadros y un aumento de los precios. No es la primera vez que se aprecia esta simbiosis entre instituciones culturales y el mercado del Arte. Ya pasó con Albert Marquet, por ejemplo, y ocurre algo parecido con Renoir.

A pesar de la atención por parte de los agentes del mundo del Arte contemporáneo, parece que esta exposición no ha sido muy bien acogida. El artista fue polémico en vida y también tras su muerte: tuvo un enorme éxito siendo muy joven pero, a partir de los años 60, su popularidad empezó a declinar y durante años fue olvidado por la crítica y el gran público. Además, su peculiar estilo longilíneo y bucólico (recuerda vagamente la pintura de El Greco) que apenas sufre modificaciones a lo largo del tiempo no gusta a todo el mundo. Admirado y odiado a partes iguales, contó con importantísimos detractores, entre otros, los críticos del importante diario Le Monde que todavía hoy sigue infatigable en sus críticas. Pero también recibió el apoyo fiel de importantes personajes del mundo del arte como su protector Pierre Bergé, Jean Cocteau, Maurice Granier que era propietario de la Galería Visconti y el propio André Malraux, Ministro de Cultura del momento. Fuera de Francia recibió un gran apoyo por parte de galerías de arte, ferias, museos como el Pushkin o el Ermitage que le encargaron series completas y coleccionistas privados como el japonés Kiichiro Okano que abrió un museo dedicado exclusivamente a Buffet en Surugadaira, Japón.
 Galerie Visconti
 
Volviendo a la exposición que nos ocupa, ésta está dividida en tres grandes departamentos y cada uno de ellos cuenta con varias secciones. La primera parte presenta cuadros de su época de juventud en que crea su estilo rectilíneo, sobrio y melancólico: los colores utilizados son básicamente tres (negro, blanco y ocre) y los temas son sencillos como el taller del pintor, autorretratos o la religión y, más adelante, el mundo del circo y los horrores de la guerra. La simplicidad de los colores puede deberse a la escasez propia de los años siguientes al fin de la guerra. La tristeza que expresan estos cuadros no impidió que se vendieran bien y que el artista se convirtiera en una celebridad y empezara a recibir importantes premios y encargos, como la serie dedicada a la guerra.
 Pierre Bergé
 Estudio del pintor
 
 El ángel exterminador

Más interesante pero más breve es la segunda parte de la exposición en que un Buffet ya asentado y conocido ha ganado el suficiente dinero para hacer lo que le apetece. Así surgieron sus series alegóricas de animales y de locos, sus retratos de personajes famosos y de su esposa Annabel y los paisajes e imágenes de París. La fama del pintor empezó a decaer a pesar de que estos cuadros son más interesantes que los de la sección anterior.

 Pareja de locos con cabeza de muerto
 
  Corrida. Desplante de rodillas
 
La última parte llamada Mitologías nos muestra diferentes series de cuadros algunas inspiradas en la literatura destacando la dedicada al Infierno de Dante y la de Veintemil leguas de viaje submarino de Julio Verne. La última sala está dedicada a su serie La Muerte, creada en sus dos últimos años de vida, después de ser diagnosticado de Parkinson y en la que trabajó hasta su suicidio en 1999. Estas pinturas formaron parte del último encargo que recibió y se convirtieron en una exposición póstuma.
 
 El Ojo de buey gigante del Nautilus
 Kabuki. Ren Jishi
La muerte. 10

Para finalizar, hay un interesante vídeo que nos muestra la trayectoria del artista. Gracias a este reportaje, tomamos conciencia de lo incmpleta que es esta exposición como para llamarse Retropectiva: no hay ni un solo cuadro de las series sobre coches y flores, muy conocidas del artista, tampoco hay ninguna pintura de sus obras destinadas a los museos rusos, sólo una de su serie de Japón, una también de su colección de obras taurinas y sólo dos cuadros de imágenes de París. Por el contrario, hay un exceso de obras de su primera etapa con varias de ellas sobre su taller y deprimentes retratos de las personas de su entorno. No es que me importe ya que son las obras que le dieron fama y dinero pero sí creo, como he dicho antes, que se desequilibra la exposición. Si os interesa, podéis visitarla hasta el 5 de marzo.

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